lunes, 8 de abril de 2019

CAPITULO 65




Apuntó a la siguiente casa, no la que yo había estado observando.


Sin esperar mi respuesta, reanudó la marcha. Lo seguí; no iba a decirle que no al jefe ni aunque me pidiese que lo llamase por su nombre de pila; señor o Pablo, tanto daba, él continuaba siendo el director del equipo Bravío.


Di un saltito y lo seguí.


—¿Qué tal tu habitación? —inquirió cuando lo alcancé.


—Muy bien, gracias.


—¿Y qué tal te sientes formando parte del equipo? Por lo que sé, has encajado muy bien con el grupo. Parece que todos te adoran.


Quizá no todos.


—Bueno, no sé si me adoran. —Reí—. La verdad es que resulta una experiencia increíble y con los chicos me llevo fenomenal. Con los mecánicos, quiero decir. En realidad todos me han recibido bien, me han dado la bienvenida, desde los ingenieros... Me siento feliz de formar parte de Bravío.


—¿Y qué me dices de Pedro? Sé que te llevas muy bien con Helena y Haruki; el campeón es un hueso duro de roer.


Pedro hace su trabajo y yo, el mío.


Pablo me miró de reojo y se encaminó por el acceso a la villa que ocuparía Pedro, sacando de uno de los bolsillos traseros de su pantalón una tarjeta magnética.


—Eres buena amiga de Martin.


No supe deducir si aquello era una pregunta, una afirmación o si me culpaba de espionaje o algo semejante.


—Se le echará de menos el año próximo —respondí.


—Sí —soltó; era mi amigo y estaba segura de que se lo echaría de menos por los circuitos—. Martin es uno de los pilares de la categoría; no solamente por ser buen piloto, con una técnica y destreza increíbles, sino, además, por su carisma. Todo el mundo lo quiere, tanto la gente de los equipos en los que ha trabajado como en aquellos en los que no. El público lo adora. Donde vayas, hay gente preguntando por él, queriendo sacarse una foto con él... Es amigo de todo el mundo, afable con todos.


—Sí, definitivamente. Es muy divertido.


—Me he enterado de que también fuiste a beber con él en China para celebrar su victoria.


Me detuve apretando los labios. ¿Iba a regañarme por eso? 


Pablo se rio.


—Borra esa cara de susto, por favor —dijo riendo a carcajadas para retomar el paso—. De haber podido, también hubiese ido. Admito que no hubiese estado muy bien visto, pero me alegro por Martin... aunque no tanto por el campeonato. De todas formas, hemos trabajado muy duro para llegar aquí; Pedro lleva dos semanas preparándose, concentrado en la carrera exclusivamente. Por eso estamos aquí, para cerciorarnos de que todo esté como debe y que él no tenga que preocuparse por otra cosa que no sea la carrera.


¿Había un mensaje velado detrás de sus palabras?


Me puse nerviosa. Imaginé que debió de llegarle lo de nuestra escena en el bar en China. Si es que había dicho en voz alta que nos habíamos besado.


¡Mierda!


Sentí que me ponía lívida.


A dos metros de la casa, Pablo se detuvo.


—Entonces, con Martin sois buenos amigos.


Que volviese a la carga con aquello me descolocó. Toda esa conversación estaba convenciéndome de que acabaría despedida.


—Sí, somos buenos amigos.


—¿Algo más? Se os ve juntos muy a menudo por ahí. Te he visto en su compañía y se nota que congeniáis muy bien.


Reí a causa de los nervios y negué con la cabeza.


Pablo se movió hasta la puerta.


Me sonrió y negó también con la cabeza.


—¿Eso es un «no somos nada más» o que no congeniáis tan bien como parece?


—Adoro a Martin, pero sólo somos buenos amigos, nada más.


La sonrisa de Pablo se amplió. Sus ojos se alegraron.


—Ven; entremos a echar un vistazo para saber cómo vivirá el campeón los próximos días.





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