martes, 9 de abril de 2019

CAPITULO 67



—Suri, ¿quieres calmarte?


—No puedo.


—Relájate, si está yendo todo muy bien. Sus tiempos son los mejores.


—Sí, lo veo en la pantalla; es que, ya te lo he dicho, lo he notado nervioso.


Ansioso y un tanto pálido.


—No necesitas entrar en pánico. Además, son sólo las pruebas libres, nada más.


—Dices eso porque no has visto la cara que tenía.


Sí, por suerte y gracias a todos los santos, desde que llegamos a Sochi no me había cruzado ni una sola vez con Pedro; solamente lo había visto de muy lejos y, en ese momento, en el monitor. Agradecía que, pese a estar alojados en el mismo hotel, estuviésemos alejados el uno del otro.


Para mí pensé que, además, Suri no tenía demasiado de qué preocuparse.


Martin estaba sufriendo mil y un problemas con su vehículo y, en los tiempos, estaba por detrás de Haruki y de su compañero de equipo; había quedado en cuarto lugar.


Cuando hablé con el carioca después de la primera tanda de entrenamientos, me comentó que le preocupaba la clasificación del día siguiente; el automóvil no lograba adaptarse del todo a la pista. Aun así, era un logro que Asa, su equipo, hubiese logrado mantenerse por delante de todos los equipos excepto el nuestro, siguiendo de cerca a Bravío, la monumental bestia del circo a vencer.


—Debe de estar incómodo por haber llegado el segundo en China. Se le pasará el domingo, cuando gane.


—¡Qué sorpresa oírte decir eso!


Cerré el grifo y lo miré.


—¿Por qué lo dices? —Me sequé las manos con el paño que colgaba de mi delantal.


—Porque me alegra que quieras que gane.


—No es... tampoco es que quiera que pierda.


—Sé que no te gusta y él...


—Suri, no tiene que gustarme. No quiero que pierda el equipo y tampoco le deseo ningún mal. Deja de darle tantas vueltas a todo. Ya verás cómo gana. Está pulverizándolos a todos con sus tiempos. Está nervioso, no tiene por costumbre perder y, según él, el que llega segundo es el primero que pierde. De cualquier modo, va bien en el campeonato.


—Sí... el campeonato.


La segunda prueba del viernes terminó en ese instante. Los dos alzamos la vista hacia monitor. Como era de esperar, Pedro había marcado el mejor tiempo.


—Lo ves; te lo dije: todo saldrá a pedir de boca.


—Insisto, no lo he visto bien —murmuró Suri, girándose para seguir con su tarea.


Yo volví a alzar la vista al monitor. Pedro había entrado a boxes ya y en este momento salía del habitáculo de su automóvil. Lo seguí con la mirada mientras se quitaba el casco. Suri tenía razón, no tenía buena cara. Un gesto entre preocupación, enojo y quizá algún malestar cubría su rostro.


Toto se acercó a hablarle y le dio una palmada en el hombro. Noté que quería decirle que todo iba bien, pero Pedro, al igual que Suri, no parecía del todo convencido.


Con su mala cara, Pedro alzó la vista y el cámara hizo zoom sobre sus ojos.


La mirada del campeón era fiera, como si desease que corriese sangre.


Definitivamente estaba concentrado en lo suyo. Pedro no se permitiría perder ese fin de semana; la presión que ejercía sobre sí mismo estaba aplastándolo y lo mataría si no conseguía los resultados que pretendía.




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