jueves, 18 de abril de 2019

CAPITULO 98




Otra vez me obligué a dejar de pensar. Reí un poco con ellos y me escapé a la cocina para ultimar los detalles en la tarta de Pedro, así como para enfrentar a Suri después de lo sucedido.


—¡Mirad quién está aquí! —estalló Suri en cuanto puse un pie dentro de la cocina—. ¡Domadora de campeones del mundo!


—Ok, Suri, no exageres. —Cerré la puerta. Pedro y yo todavía éramos un «gran desconocido». Más allá de lo que quisiese pensar de él, de lo que sintiese por él y de lo que esperase de él al tenerlo cerca, influenciada por mi corazón, lo cierto era que apenas nos conocíamos. ¿Domarlo? Estaba muy lejos de eso y, además, ni siquiera era mi intención.


—Me alegro por vosotros.


—Gracias.


—Imagino que sabrás que esto traerá todo un... —Se interrumpió—. ¿Y Mónica? ¿Ella y él...?


—Supongo que han terminado esta misma mañana. Érica los oyó discutir. Es todo muy reciente y también un tanto incómodo. —No es que Mónica me cayese muy bien; sin embargo, imaginar que había tenido que ver a Pedro dar semejante espectáculo a pocas horas de acabar su relación con ella... sentí pena por la periodista. Pedro no había manejado la situación demasiado bien, sin duda debería haber sido más discreto y... Por tercera vez frené la dirección en la que se disparaba mi cerebro, porque no quería terminar angustiándome. Lo único real era que necesitaba, con urgencia, tiempo a solas con Pedro.


—Tranquila, pasará. Supongo que después de todo no puedes controlar demasiado al campeón, ha hecho lo que quería hacer. Es lo que siempre hace, salirse con la suya.


Suri rio y a mí no me hizo tanta gracia. Para algunas cosas, ser tan decidido y tenaz podía ser admirable, pero para otras cuestiones de la vida...


Preferí achacarle ese error a su urgencia de hacerlo público, a su necesidad de gritarle virtualmente al mundo entero lo que sentía por mí. El caso es que a mí me sucedía lo mismo y había sentido que lo ocurrido había resultado una especie de liberación. A veces no te percatas de que lo que tan feliz te hace tenga la capacidad de herir profundamente a otros.


Y bien, sí, Pedro se había salido con la suya arrastrándome hasta el box; sin embargo, sus gestos, sus palabras y él bien lo valieron.


Suri también expresó su preocupación por mi posible abandono de la cocina y le contesté que no fuese ridículo; es más, le demostré que aquella idea de mí, dejándolo todo sólo porque acababa de empezar algo con Pedro, era en extremo desmedida y sin fundamentos. ¿Acaso todos pensaban que yo lo soltaría todo así porque sí?


Para dejar clara mi posición, regresé al trabajo; resultaba agradable continuar teniendo un calendario que cumplir, obligaciones de las que hacerme cargo.


Ansiosa por volver a verlo, regresé a mis quehaceres y a su tarta de cumpleaños.




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