jueves, 2 de mayo de 2019
CAPITULO 144
Con mi anillo de compromiso resplandeciendo bajo el cielo de Bakú, recibí un baño de champagne al verlo ganar.
Fue un fin de semana simplemente brillante para Pedro, quien se hizo con la victoria otra vez, de modo aplastante, frente a los demás corredores. No lo fue tanto para el equipo, pues Haruki perdió el control después de la recta, tocó
con la parte trasera de su vehículo contra las contenciones y, como resultado, uno de sus neumáticos traseros reventó, dejándolo fuera de carrera.
Tampoco fue un buen fin de semana para Martin. El circuito de Bakú resultó ser demasiado para el motor de su monoplaza, el cual estalló a poco más de veinte vueltas del final de la carrera, en plena recta, en plena aceleración.
De cualquier modo, Martin no perdió su sonrisa; el brasileño no solía perderla y estuvo más que feliz esa noche con nosotros en la fiesta que Bravío organizó para Pedro por la victoria. Esa misma velada, Pedro le pidió a Martin que fuese su padrino de bodas, a lo cual yo no tuve absolutamente nada que objetar, si bien ni siquiera habíamos hablado de una fecha en concreto. A mi modo de ver, mejor les dábamos un poco de tiempo a todos, especialmente al padre de Pedro, para procesar que su hijo me había pedido matrimonio a un mes de terminar con Mónica, con quien se suponía que se iba a casar, para empezar a salir conmigo.
Procuré no preocuparme por él; es más, en mi corazón no había espacio para su desagrado, mientras no le causase problemas a Pedro... y, hasta donde yo sabía, de momento no había sido así. Si bien no se había mostrado alegre por la noticia, tampoco había dicho nada en contra de la acelerada decisión de Pedro.
Así, siendo oficialmente una pareja, encararíamos el próximo gran premio.
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