domingo, 5 de mayo de 2019
CAPITULO 155
—Guten morgen.
Oír su voz, a pesar de que era demasiado temprano y me apetecía dormir media hora más, me alegró, puesto que me dio los buenos días en un tono alegre.
Besó mi cuello y le dio una palmada a mi muslo a través de las sábanas.
—Despierta ya, perezosa. —Me sacudió por el trasero—. Tenemos un nuevo fin de semana de gran premio por delante y me encanta Hockenheim. ¡Quiero ganar aquí! —exclamó lazándose sobre sus rodillas.
Lo miré y me refregué la cara; estaba extenuada. Desde nuestra llegada habíamos tenido mucho trabajo, porque las instalaciones en la cocina no eran lo que se suponía que debían ser y todas las tareas se habían acumulado. La noche anterior, con Suri, trabajamos hasta entrada la madrugada, y en ese momento no podía ni con el peso de mi propio cuerpo.
—¿No quieres ver ganar a tu prometido? —me preguntó con una sonrisa enorme en los labios.
—La carrera es el domingo, ¿no puedo dormir hasta entonces?
Pedro se carcajeó.
—¡No! ¡Nada de eso! —negó lleno de entusiasmo, apartando las sábanas de encima de mí.
Me encogí sobre mí misma y dentro de la camiseta de Bravío con el número uno que utilizaba para dormir.
—¡Pedro, por favor! —lloriqueé.
—¡Arriba, que tengo el desayuno listo!
—Quiero dormir. —Me tapé la cabeza con la almohada y Pedro se me echó encima riendo, colando una de sus manos por dentro de mi camiseta y hundiendo su nariz en mi nuca.
—Despierta, despierta —entonó con voz ronca y sexi detrás de mi oído izquierdo. Atrapó mis piernas entre las suyas, pegando sus caderas a mi trasero—. Tengo una sorpresa para ti.
—¿Ah, sí? —Mi cuerpo se deshizo de la modorra al instante.
—Así es.
—Bueno, dame un momento, que voy a lavarme la cara y los dientes y...
—Nada de eso.
—Que estoy hecha un asco, Pedro. Ni siquiera recuerdo si anoche, al llegar, me cepillé los dientes.
—No, lo que digo es que la sorpresa no es eso; ojalá tuviese tiempo para hacerte el amor, pero llegaremos tarde.
—No quiero trabajar. Quiero dormir.
—¿Y qué hay de mi sorpresa? ¿No te intriga saber de qué se trata?
Giré un poco la cabeza y vi su perfil.
—¿A qué viene esa enorme sonrisa y esa mirada pícara?
—A mi sorpresa, que nos espera en el circuito.
—¿En el circuito?
—Sí.
—¿Y qué es? ¿Qué tramas?
—Sí te lo digo, dejará de ser sorpresa.
—Pedro...
El campeón me soltó para salir de la cama con su agilidad de siempre.
—A ducharte. Te quiero en la cocina en menos de cinco minutos, porque en media hora el coche pasará a buscarnos.
—¿Media hora? —Cogí mi reloj de encima de la mesita de noche. Por suerte la esfera era lo suficientemente enorme como para ver los números con mis ojos hinchados por el sueño; aquel reloj era un regalo de Pedro, de la marca de relojes deportivos de la cual era el rostro publicitario. Era un modelo masculino igual al que él usaba y que a mí me encantaba; lo que no me gustó tanto fue ver que eran apenas las siete de la mañana.
Dormida, me duché y bebí una taza de café.
Dormida, llegué al circuito a su lado mucho antes de que comenzasen las pruebas libres del viernes y, cuando quise separarme de él para ir a trabajar, Pedro no me lo permitió.
El sueño retardó mi reacción. Pedro me cogió de la mano para tirar de mí en dirección a su autocaravana después de que saludásemos al grupo de mecánicos e ingenieros del equipo que pasó por nuestro lado.
—Pedro, tengo que ir a trabajar; es probable que Suri esté esperándome.
—No, Suri no te espera. Hoy tienes el día libre, alguien te reemplazará.
—¿Qué dices?
—Que hoy te quedas conmigo.
—Pedro, es mi trabajo. No quiero descuidarlo. Sé que los del equipo te dirán que sí a cualquier cosa... —se me escapó un suspiro—, pero la verdad es que no me gusta que interfieras en lo que hago. A mí me encanta estar contigo, pero no así. Quiero conservar mi trabajo y esto no... no quiero que piensen que...
Pedro no me permitió seguir, tapando mis labios con una de sus manos.
—Es sólo por hoy.
—Realmente no me parece correcto. No me gusta dejar a Suri así, somos un equipo. Si ésta es tu sorpresa, la verdad es que no...
—¿Puedes parar? —me cortó sin perder la sonrisa—. Sí, el hecho de que no trabajes hoy tiene que ver con la sorpresa; sin embargo, no es la sorpresa en sí. Más tarde podrás ir a la cocina si quieres, pero, como ya han contratado a alguien para que te sustituya hoy, podrías hacer un esfuerzo y quedarte conmigo en el box. Además, Suri ya estaba al tanto de que tú no trabajarías con él hoy.
—¿Sí?
—Sí.
—No me dijo nada.
—Porque se trataba de una sorpresa; si te lo hubiese dicho, hubiera dejado de serlo.
—Entonces ya lo sabe.
—Sí, y le entusiasma la idea, así que relájate y mentalízate para disfrutarlo.
—Disfrutar, ¿de qué?
—De lo que estamos a punto de hacer.
—¿Y qué es lo que estamos a punto de hacer?
—Antes de nada, iremos a mi autocaravana para que te cambies de ropa.
—¿Cambiarme de ropa? ¿De qué va todo esto, campeón?
—De que nos divirtamos un rato. Ven. —Tiró de mí en dirección a la entrada de su casa rodante.
—Pedro, dime de qué se trata, estoy empezando a ponerme nerviosa.
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Ayyyyyyyyyyy, muero x saber la sorpresa, qué eufórico está Pedro jajajajajaaja.
ResponderEliminarAy noooooo!! Cómo podés dejarlo ahí!! Estás jugando con mi ansiedad!!! Jajaja
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