miércoles, 27 de marzo de 2019

CAPITULO 48




Al darme la vuelta, vi a Martin avanzar sonriente hacia nosotros. Cargaba su trofeo en una mano y la botella de champagne en la otra. Llevaba puesta su gorra de primer puesto en la cabeza.


Le sonreí de inmediato. Pedro no empañaría su momento, o al menos yo haría todo lo posible para procurar evitarlo.


—¡Hola!, ¡qué bien que os encuentro a los dos aquí!


—¡Felicidades! —No tuve que hacer mayores esfuerzos para sonreírle; me sentía muy feliz por su victoria. Martin llegó a nosotros y lo abracé—. Iba a buscarte para darte la enhorabuena. ¿Has acabado ya con las entrevistas?


—Sí, y estoy muerto de hambre y agotado. Casi había olvidado lo que implicaba ganar —entonó con esa preciosa sonrisa que no se le borraba de los labios—. Gracias por venir a felicitarme —me dijo.


—De nada. De hecho, quería hablar contigo un momento.


—Y yo con vosotros dos —me contestó—. Pedro, ¿te encuentras bien? — preguntó al reparar en la cara larga de éste, si es que casi se la pisaba.


Pedro se aclaró la garganta.


—Sí. ¿Qué sucede?, ¿para qué nos buscabas?


—Bueno, en un rato voy a celebrarlo con mi equipo, pero ¿qué os parece si os unís a nosotros más tarde en el bar? Queda muy cerca del hotel. Quiero festejar mi triunfo con vosotros, tomar unas copas. Ya sabéis... —Nos rodeó con un brazo a cada uno, quedando él en medio—... sois mis chicos, mi gente. ¿Qué me decís?, ¿unas cervecitas?


—Sí, claro, me parece muy buena idea. Es más, Helena y yo íbamos a preguntarte si nos reuníamos esta noche.


—Sí, acabo de verla, ya la he avisado. Vendrá con su novia.


El rostro de Pedro se arrugó como si acabase de chupar un limón.


Lo miré meneando la cabeza, incrédula ante su reacción por la mención de la novia de Helena.


Martin continuó.


—También se han apuntado Haruki, Kevin, Fabien y un par más.


—Perfecto. Me pasas la dirección, me dices a qué hora y allí estaré.


—Gracias, Duendecillo. Esta victoria no sería lo mismo sin ti.


—Sí, porque yo tengo mucho que ver —bromeé.


—Y bien, campeón, ¿vendrás o bien partes para casa esta noche?


Pedro negó con la cabeza. ¿No vendría o no se iba a casa esa noche?


—No lo sé... Mónica...


—Por supuesto que tu chica también está invitada. —Nos estrechó a ambos —. Por favor, te quiero allí. Os quiero allí a los dos.


—Lo intentaré.


Pedro no sonó muy convencido. Si no iba, sería él quien se lo perdiese y quien se perdiese todo lo demás que la vida tenía para ofrecerle fuera de ese reducido mundo.


Como el ambiente con Pedro allí presente no daba para demasiado y yo así, con él en medio, no podía disfrutar de Martin del modo en que pretendía, me despedí de ellos. Además, le había dicho a Suri que iba al baño y discutir con
Pedro me había demorado.


Junto a Suri, pasamos un par de arduas horas más de trabajo, pero, como habíamos adelantado muchos los preparativos para partir incluso antes de que comenzara la carrera, terminamos lo suficientemente a tiempo como para que yo pudiese regresar al hotel, darme una ducha y cambiarme para salir a encontrarme con Martin y los demás sin que se me hiciese demasiado tarde.


Agotada pero muy feliz por estar en China, por saber que mi próximo destino sería Rusia y porque por delante tenía un par de horas de fiesta, me vestí para divertirme con un par de prendas que había comprado en España para nutrir un poco mi guardarropas de mochilera, que ya comenzaba a crecer gracias a esas semanas en la categoría; y, sobre todo, vestí mi mejor sonrisa.


Todavía me costaba creer que la vida que llevaba desde hacía semanas era real.






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