lunes, 13 de mayo de 2019

CAPITULO 181



Todo en Bravío estaba siendo objeto de profundo análisis, de uno casi frenético que, sin duda, no ayudaba a nadie.


Durante la primera sesión de pruebas de la mañana, Pedro se quedó con el tiempo más veloz; en la segunda tanda, las cosas cambiaron un poco y se lo atribuí a que Helena estuvo reunida con sus ingenieros una hora en la
autocaravana de la piloto. Allí almorzaron y discutieron cambios, que los mecánicos realizaron en su automóvil a toda velocidad, antes de la segunda tanda de pruebas.


Los chicos trabajaron alrededor de ese monoplaza de forma frenética, increíblemente concentrados, mientras los mecánicos de Pedro los observaban con curiosidad.


En su tercera vuelta en la pista, Helena destrozó el tiempo anterior de Pedro y, entonces, allí el ambiente terminó por caldearse del todo.


Vi las caras de desconcierto entre los mecánicos de Pedro, y a Toto correr del pit wall al box, todavía hablando por radio.


Pedro paró en la siguiente vuelta. Sus mecánicos lo recibieron entrando su coche marcha atrás en el box. Pedro se bajó y llegó Helena, cuyo coche ubicaron en su sitio del mismo modo que el de Pedro.


Estaba terminando de lavar unas hierbas aromáticas cuando vi en el monitor a Pedro moverse en dirección al coche de Helena, después de quitarse el casco y la capucha, todavía con el HANS sobre sus hombros. Helena aún estaba en su habitáculo.


Pedro se coló por el lado derecho del ingeniero de pista de Haruki, que ahora era el de Helena, y con malos modos se metió entre éste y el vehículo para inclinarse y quedar a la altura de la piloto, quien todavía estaba sentada allí, con su casco puesto y el cinturón de seguridad abrochado.


El campeón se reclinó un poco más sobre ella y le dijo algo; fui consciente de que los comentaristas del evento tampoco pudieron adivinar sus palabras, porque la cámara estaba en la calle de boxes y Pedro, de espaldas a ellos.


Vi a Helena apartar de malas maneras la mano de Pedro de delante de su casco.


El campeón regresó a su sitio, pero apuntándola con un dedo amenazador.


En escena apareció Toto y mecánicos de las dos partes del equipo. También vi a Amanda, la novia de Helena, dirigirse hacia Pedro... y entonces todo terminó de estallar. Hubo gritos, forcejeos, aparecieron periodistas por todas partes. La segunda tanda de pruebas libres dejó de importar. Toto procuró apartar a Pedro del monoplaza de Harper. Ésta tironeó de sus anclajes para salir del interior de su vehículo. Pablo cruzó la calle de boxes sin mirar, lanzándose a lo loco en dirección al box.


—¿Qué mierda...? —jadeó Suri a mi lado.


Pedro... —Me cogí la frente.


David y su padre lo apartaron del coche de Helena, de Helena y de su novia, con quienes parecía querer pelearse a puñetazos. Hubo empujones también entre los mecánicos de uno y otro piloto. Pablo tuvo que ponerse en medio de todos y aparecieron, de no sé donde, personas de seguridad para evitar que acabasen de montar una batalla campal en medio del box de Bravío.


El jefe mayor de la Fórmula Uno apareció en escena, dirigiéndose directamente a Pedro, con quien todo el mundo sabía que tenía mucha afinidad.


Amanda se llevó a Helena hacia la parte posterior de los boxes, mientras Pedro continuaba despotricando en su dirección, gesticulando y gritando.


Cuando Helena desapareció de escena, Pablo y el dueño del equipo fueron a unirse con Pedro, quien, todavía furioso, continuaba vociferando.


—Según nuestras fuentes, el campeón le ha gritado varias veces a Helena que le había robado la configuración a la que él y sus ingenieros habían llegado. La ha acusado de que había una fuga, de que alguien del equipo les había pasado información, que uno de sus mecánicos le había soplado el setup que tenían preparado para este gran premio.


En un recuadro en la pantalla continuaban mostrando el box de Bravío.


Vi a David hacer a un lado a Pedro, intentando calmarlo, y a Pablo observando a todos con preocupación y enojo. Sus ojos buscaban a alguien en el box.


Toto se aproximó a David junto con el jefe de mecánicos de Pedro. Los tres desaparecieron por la parte posterior del box, mientras las pruebas continuaban.


—Cómo si al equipo le faltasen problemas —murmuró Suri.


—¿Crees que es posible... que alguno de los mecánicos de Pedro le haya pasado la configuración de su monoplaza a los de Helena?


Suri se quedó mirándome en silencio. Si bien los dos bólidos corrían bajo el mismo nombre y con la misma tecnología, cada piloto tenía su grupo de trabajo, que funcionaba de manera independiente; por tanto, lo que hacía uno no tenía que concernirle al otro. Ambos funcionaban como si fuesen un equipo en sí mismos; el caso es que gran parte del setup tenía que ver con lo que sabía el piloto, con lo que vivía éste en cada circuito, y esa información no se compartía entre un lado y el otro del equipo, ni en Bravío ni en ningún otro equipo. Si alguno de los mecánicos de Pedro había compartido información
con los mecánicos de Helena, entonces Bravío pasaba por una crisis todavía mayor de la que todos suponíamos, no sólo por el mero soplo de datos, sino porque eso significaba que en el grupo de trabajo del campeón evidentemente había gente que no estaba muy feliz y filtraba cosas que no debía... y el mismo
descontento había en el de Helena, lo que provocaba que estuviesen dispuestos a recibir y aplicar información a la que ellos mismos sabían que no debían tener acceso.


Suri se encogió de hombros sin contestar.


No había necesidad; yo había sentido el malestar entre ambos grupos.


Muchos se sentían mal por lo sucedido entre Pedro y Haruki en Malasia, y otros estaban todavía más disconformes con las últimas declaraciones de Pedro.


Supuse que no debería sorprenderme que alguien hubiese decidido traicionar al campeón y que alguien, dentro del grupo de trabajo que hasta una carrera atrás había sido de Haruki, decidiese tomar venganza por lo ocurrido.


Unos minutos después, Pedro regresó a pista para quedarse otra vez con el mejor tiempo.


Helena no volvió a salir y sus mecánicos desaparecieron del box.


Para el atardecer, Bravío emitía un comunicado oficial anunciando que, en efecto, sí había habido una fuga de información y que el equipo ya había aplicado las sanciones correspondientes.


En esta notificación oficial no constaba que Bravío había despedido a dos integrantes del equipo y que había puesto sobre aviso a otros dos.


Para rematar la jornada, vi una y otra vez por televisión un momento en el que, ante un evidente rapto de furia, después de lo sucedido con Helena, Pedro le gritaba a un periodista que ésta no debía correr, que las mujeres no eran buenos pilotos.


Imaginé que aquella declaración fue más producto de su cabreo por el soplo entre un grupo y otro del equipo que porque en realidad creyese que las mujeres no eran buenas para correr; aun así, me molestó que fuese por ahí diciendo ese tipo de estupideces, porque, dadas las circunstancias, era de esperarse que la prensa se agarrase a eso para destrozarlo, cosa que hizo.


Para cuando empezó a oscurecer, el ambiente entre los camiones y autocaravanas de Bravío era desolador y tenso. Éste ya no se parecía en nada al equipo que conocí cuando llegué a la categoría; las caras felices habían desaparecido; de camaradería no quedaba nada; de unión, mucho menos, y hasta daba la impresión de que muchos deseaban largarse sin importarles si ganaban el campeonato de constructores o no.


Completamente desmoralizado, así estaba Bravío y cada uno de sus integrantes.


Pedro dejó el circuito antes de que yo terminase de trabajar. Se despidió de mí con un mensaje de texto, diciéndome que nos veríamos en el hotel más tarde.





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