domingo, 19 de mayo de 2019
CAPITULO 201
Llegar a Abu Dabi fue toda una odisea; con eso no me refiero al viaje, sino a todos los preparativos antes de montarnos en el avión privado de Pedro, de camino al último gran premio de la temporada. No fue solamente tener que organizar mi partida para que causara el menor trastorno posible a Étienne, quien se quedaría unos días a cargo de la pastelería, sino explicarle a mi hermano y al resto de mi familia que estaba dispuesta a darle una segunda oportunidad a Pedro y a lo que sentía por él.
En cuanto Tobías lo tuvo en frente, quiso arrancarse a darle puñetazos sin ni siquiera saber que yo estaba dispuesta a viajar a Abu Dabi para verlo correr la última carrera de la temporada. Peor fue cuando le conté la verdad; entre Tomas y yo, debimos evitar que mi hermano asesinase al campeón a sangre fría.
El resto de mi familia tampoco se lo tomó demasiado bien; sin embargo, aflojaron un poco su enfado cuando Pedro habló con ellos vía FaceTime y les dijo que quería conocerlos y que, si les parecía bien, su padre y él se unirían a nuestras fiestas navideñas y de Fin de Año. Pedro les dijo que era hora de que todos nos conociésemos y que debió acordar un encuentro mucho antes.
También les pidió disculpas por sus acciones y por lastimarme, y añadió que estaba dispuesto a hacer lo que fuese necesario para demostrarme que me amaba y que se merecía pasar el resto de sus días a mi lado.
Todavía no habíamos vuelto a hablar del compromiso y yo no tenía ninguna intención de hacerlo, a pesar de que, ya desde la primera noche después de su llegada a Londres, Pedro y yo volvíamos a ser los de siempre, como si nada hubiese sucedido. De cualquier modo, procuré mantenerlo a él y a mi entusiasmo a raya, hasta que me quedase un poco más claro si Pedro en
verdad había comprendido que no estaba dispuesta a volver con él para que fuese lo mismo de antes.
Por momentos me comportaba con él de forma un tanto distante de puro miedo que sentía porque volviese a romperme el corazón, y eso me dejaba con mal sabor de boca, ya que él daba lo mejor de sí para intentar demostrarme su amor, lo mucho que me había extrañado y lo horrorosamente mal que se sentía por haberme herido.
Pedro me confesó que no había podido parar de pensar en mí ni un solo instante después de que me echase de su lado y que siempre supo, incluso cuando Mónica llegó al hospital para ayudarlo con el traslado a Alemania, que lo suyo con ella jamás volvería a ser nada, nada ciertamente como lo nuestro, desde el inicio.
También me confesó que no se había puesto en contacto conmigo antes por miedo a ser rechazado y que finalmente decidió viajar a Londres porque entendió que, por su amor por mí, valía la pena arriesgarse al rechazo.
Pedro también me contó que había hablado seriamente con su padre sobre su carrera; si bien su objetivo era el mismo, intentar ganar más campeonatos, pensaba tomarse las cosas con un poco más de calma, prescindiendo de al menos un cuarto de los compromisos que hasta entonces llenaban su agenda, y que, si yo lo aceptaba otra vez a mi lado, no tenía intención de pedirme que dejase mi carrera para seguirlo en la suya; quizá debiese sopesar la posibilidad de que Pedro pasara gran parte del tiempo, entre carrera y carrera, en Londres conmigo.
Así me lo expresó a mí también; haría los sacrificios que fuesen precisos para estar a mi lado, porque todo lo demás no valía sin mí en su vida y, por supuesto, cuando lo oí decir aquello, mi corazón se puso a dar saltos de felicidad dentro de mi pecho.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Ayyyyyyyyyyy qué lindo se reconciliaron!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarPor fin se le acomodaron los patos a este hombre!! Que linda la reconciliación!!
ResponderEliminar